El sulforafano es un componente bioquímico presente en los vegetales crucíferos. Se encuentra en plantas como el brócoli, el kale, la coliflor, los rábanos, distintos tipos de coles y otros; aunque la mayor concentración se halla en los brotes de brócoli (1). Este potente fitoquímico ha demostrado tener diversos efectos sobre la salud desde su descubrimiento en 1992, por el Dr. Paul Talalay y sus colegas de la Universidad Johns Hopkins.
A pesar de que hemos mencionado algunos de sus beneficios en ocasiones previas, aún queda mucho más por descubrir acerca del sulforafano. Por eso, en esta oportunidad, queremos compartir como este fitoquímico puede contribuir en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y mejorar síntomas presentes en el trastorno autista. Asimismo, abriremos el debate sobre las grandes farmacéuticas y los suplementos naturales.
Pero antes, debemos recordar unos datos fundamentales sobre este compuesto azufrado de origen natural. Lamentablemente, el sulforafano se encuentra almacenado en las plantas en forma de su precursor, la glucorafanina o glucosinolato de sulforafano (SGS). Para lograr su transformación en sulforafano, es necesario que la glucorafanina entre en contacto con una enzima llamada mirosinasa (2). Esta enzima también se encuentra presente en las plantas crucíferas, y es liberada cuando los vegetales se muerden, mastican o cortan (3). Sin embargo, no debemos cocinar mucho los vegetales ya que, si lo hacemos, inactivamos la mirosinasa.
Aunque existen otras fuentes de mirosinasa, como las semillas de mostaza y algunas de las bacterias presentes en nuestra flora intestinal (4, 5); se recomienda preservar la mirosinasa de las plantas crucíferas, para así aprovechar al máximo los beneficios del sulforafano sobre la salud.
Lo que no mata, fortalece
El sulforafano es de gran interés médico debido a que promueve la producción de antioxidantes y tiene una acción antinflamatoria (6). Además, mejora la excreción de sustancias tóxicas (7, 8). De esta manera, contribuye a mejorar nuestras defensas ante los radicales libres, producto del estrés oxidativo, y otros agentes cancerígenos presentes en el ambiente.
¿Cómo lo logra? Pues, el sulforafano tiene un efecto hormesis en nuestro cuerpo. Es decir, tiene una respuesta protectora con dosis pequeñas. Y aunque todo en exceso es malo, todavía no se ha encontrado un umbral considerado tóxico para este fitoquímico.
Por consiguiente, podéis estar seguros de que no tendréis una sobredosis de sulforafano si consumís brócoli, o brotes de este, todos los días. Más bien, conseguiréis elevar vuestra salud por los aires con una ración al día de este vegetal.
Existen diversos mecanismos de acción que hacen destacar al sulforafano de otros fitoquímicos. Principalmente, su relación con Nrf2. Nfr2 comprende una vía de señalización a nivel celular que regula entre el 3 y el 5% de las proteínas celulares, lo cual es bastante para un solo compuesto. Y, por si fuera poco, también interviene en la producción de antioxidantes como el glutatión (9).
El sulforafano es el inductor natural más potente, conocido hasta el momento, de Nfr2. Por ende, incrementa los mecanismos de protección e interviene en el ciclo celular. Asimismo, el sulforafano también afecta las proteínas de choque térmico e inhibe NFκB (10, 11), siendo este último un factor de transcripción nuclear involucrado en procesos inflamatorios y cancerígenos. En por ello que gran parte de los estudios realizados con sulforafano buscan dilucidar su potencial como agente protector de enfermedades crónicas.
Combatiendo la diabetes.
La diabetes mellitus tipo 2 es una de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia a nivel mundial. Actualmente, más del 8,5% de la población europea adulta ha sido diagnosticada con esta enfermedad y, para el año 2040, se estima que el 10% de la población mundial forme parte de este colectivo (12). En consecuencia, la diabetes tipo 2 es uno de los mayores desafíos a afrontar en materia de salud pública.
Entre las principales características de esta enfermedad crónica se encuentran el aumento de glucosa en sangre, la baja sensibilidad y la resistencia a la insulina (13). Mientras que el abordaje dietético constituye una de las bases fundamentales en este tipo de patología, también se aconsejan cambios en el estilo de vida que contribuyan a mejorar el estado de salud y retrasen su progresión.
El sulforafano contribuye a reducir el riesgo de complicaciones asociadas a la diabetes tipo 2, específicamente, enfermedades cardiovasculares (14, 15, 16). También contribuye a disminuir los valores de glucosa en ayunas y mejora el perfil lipídico en pacientes ya diagnosticados.
Un estudio con pacientes diabéticos tipo 2 (17), publicado en 2012, encontró una caída en los niveles de glucosa en ayunas de casi el 20% en aquellas personas que consumieron 10 g al día de extracto de brotes de brócoli durante 4 semanas. Además, también se observó una reducción de la ratio LDL oxidada/LDL y de los valores plasmáticos de triglicéridos en un 13.5% y casi un 19%, respectivamente. Estos hallazgos son de gran importancia, considerando que la diabetes tipo 2 está asociada con cuadros de dislipidemia y un aumento de la peroxidación lipídica.
Sin embargo, no es necesario esperar un diagnóstico para empezar a realizar cambios saludables en nuestra alimentación. Si el objetivo es prevenir la aparición de diabetes, enfermedades cardiovasculares u otras patologías crónicas, el sulforafano es una herramienta de gran utilidad. En otro estudio (18), realizado con personas sanas que consumieron a diario 100 g de brotes de brócoli frescos, también se observaron mejoras metabólicas relacionadas con el colesterol y una reducción en los marcadores de estrés oxidativo: disminución en los niveles de LDL y colesterol total, y aumento de HDL.
Sulforafano y autismo
Otras personas que se pueden beneficiar de los efectos del sulforafano son aquellas diagnosticadas con trastorno del espectro autista y, en consecuencia, las personas relacionadas de manera directa con ellas (padres y cuidadores). Este trastorno, caracterizado por problemas en la comunicación y la interacción social, así como por comportamiento estereotipados, afecta aproximadamente a 1 de cada 68 personas, con un mayor predominio en hombres.
Gracias a un estudio publicado en 2014 (19), se determinó que el consumo de sulforafano tenía un impacto positivo a nivel cognitivo y social en hombres jóvenes con autismo moderado y severo. El sulforafano administrado en dicho estudio, el cual estaba derivado de brotes de brócoli, tenía un efecto agudo en el alivio de los síntomas. A los pocos días de iniciar su consumo, se evidenciaba cierta mejoría y, tras semanas de tratamiento, los beneficios a nivel cognitivos y sociales eran estadísticamente significativos.
A pesar de que no se tiene claro el mecanismo por el cual el sulforafano contribuye a mejorar algunos síntomas presentes en el autismo, su acción sobre Nrf2, las proteínas de choque térmico y NFκB, posiblemente están relacionadas. Especialmente debido a que el estrés oxidativo, una deficiencia de antioxidantes, mayor susceptibilidad a toxicidad electrofílica e inflamación, son anomalías bioquímicas fundamentales presentes en el trastorno autista. Y todas ellas son susceptibles de mejorar gracias a los efectos bioquímicos derivados del sulforafano.
De la planta al fármaco…
Si bien a lo largo de este y otros artículos relacionados hemos abarcado las bondades que tiene para ofrecer el sulforafano cuando se trata de mejorar nuestra salud, todavía queda un largo camino para que pueda ser considerado como una herramienta terapéutica indiscutible.
Una de las principales barreras que tiene el sulforafano es que no es un compuesto muy estable. Sin embargo, existen tres suplementos disponibles en el mercado que han sido empleados en estudios científicos y, con los cuales se han evidenciado efectos beneficiosos: Prostaphane® (sulforafano), Avmacol® (glucorafanina y mirosinasa) y Crucera-SGS® (glucorafanina).
De todos estos, como investigado aqui , Prostaphane es él único que contiene sulforafano estabilizado y directamente biodisponible. Es el fruto de 20 años de investigación con 2 patentes en Francia. En España esta distribuido bajo la marca BROCOSULF.
Por otro lado, también se encuentra la barrera económica. Para demostrar la utilidad terapéutica del sulforafano contra enfermedades específicas, lograr su validación y posterior aprobación a nivel comercial, es necesario realizar una serie de estudios y procesos legales extremadamente costosos. Después de todo, no se le suele prescribir “comida” a personas enfermas como tratamiento, esas son prácticas antiguas. En la medicina occidental los tratamientos son a base de fármacos y medicamentos certificados.
Aunado a esto, el sulforafano es un compuesto que no resulta patentable, por encontrarse disponible en una planta común y de fácil acceso como el brócoli. En consecuencia, las grandes farmacéuticas no tienen el incentivo necesario para introducirlo en el mercado como algún medicamento novedoso – y por supuesto, todo el papeleo que eso conlleva –.
Así que la mejor alternativa en la mayoría de los casos es seguir el desgastado consejo materno de comernos todos nuestros vegetales, especialmente si son crucíferos. De tal manera que, si la meta es impulsar vuestra salud y prevenir enfermedades, os recomiendo incorporar más arbolitos de brócoli o brotes de este en la dieta. Y, en caso de usar suplementos nutricionales, seguir las recomendaciones del fabricante para evitar saturar vuestro cuerpo.
Si deseáis saber más acerca del sulforafano, podéis escuchar este increíble podcast con el Dr. Jed Fahey, un bioquímico nutricional y profesor asociado de la Universidad Johns Hopkins, colaborador y autor principal de varios estudios científicos sobre el sulforafano y otros isotiocianatos.
De igual forma, os dejamos los enlaces a los artículos mencionados previamente, por si queréis profundizar al respecto.
- Fahey, J. W., Zhang, Y., & Talalay, P. (1997). Broccoli sprouts: an exceptionally rich source of inducers of enzymes that protect against chemical carcinogens. Proceedings of the National Academy of Sciences, 94(19), 10367-10372. Disponible en: https://www.pnas.org/content/94/19/10367.short
- Conaway, C. C., Getahun, S. M., Liebes, L. L., Pusateri, D. J., Topham, D. K., Botero-Omary, M., & Chung, F. L. (2000). Disposition of glucosinolates and sulforaphane in humans after ingestion of steamed and fresh broccoli. Nutrition and cancer, 38(2), 168-178. Disponible en: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1207/S15327914NC382_5
- Matusheski, N. V., Juvik, J. A., & Jeffery, E. H. (2004). Heating decreases epithiospecifier protein activity and increases sulforaphane formation in broccoli. Phytochemistry, 65(9), 1273-1281. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0031942204001657
- Fahey, J. W., Wehage, S. L., Holtzclaw, W. D., Kensler, T. W., Egner, P. A., Shapiro, T. A., & Talalay, P. (2012). Protection of humans by plant glucosinolates: efficiency of conversion of glucosinolates to isothiocyanates by the gastrointestinal microflora. Cancer Prevention Research, 5(4), 603-611. Disponible en: https://cancerpreventionresearch.aacrjournals.org/content/5/4/603.short
- Fahey, J. W., Holtzclaw, W. D., Wehage, S. L., Wade, K. L., Stephenson, K. K., & Talalay, P. (2015). Sulforaphane bioavailability from glucoraphanin-rich broccoli: control by active endogenous myrosinase. PLoS One, 10(11), e0140963. Disponible en: https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0140963
- Verhagen, H., Poulsen, H. E., Loft, S., van Poppel, G., Willems, M. I., & van Bladeren, P. J. (1995). Reduction of oxidative DNA-damage in humans by Brussels sprouts. Carcinogenesis, 16(4), 969-970. Disponible en: https://academic.oup.com/carcin/article-abstract/16/4/969/448818
- Egner, P. A., Chen, J. G., Zarth, A. T., Ng, D. K., Wang, J. B., Kensler, K. H., … & Fahey, J. W. (2014). Rapid and sustainable detoxication of airborne pollutants by broccoli sprout beverage: results of a randomized clinical trial in China. Cancer prevention research, 7(8), 813-823. Disponible en: https://cancerpreventionresearch.aacrjournals.org/content/7/8/813.short
- Kensler, T. W., Ng, D., Carmella, S. G., Chen, M., Jacobson, L. P., Munoz, A., … & Fahey, J. W. (2011). Modulation of the metabolism of airborne pollutants by glucoraphanin-rich and sulforaphane-rich broccoli sprout beverages in Qidong, China. Carcinogenesis, 33(1), 101-107. Disponible en: https://academic.oup.com/carcin/article/33/1/101/2463507
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- Song, M. Y., Kim, E. K., Moon, W. S., Park, J. W., Kim, H. J., So, H. S., … & Park, B. H. (2009). Sulforaphane protects against cytokine-and streptozotocin-induced β-cell damage by suppressing the NF-κB pathway. Toxicology and applied pharmacology, 235(1), 57-67. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0041008X08004821
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